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De visita en un Viñedo Experimental

Ya no se si van 10 mil días o un día 10 mil veces. Y no es que importe. Este año no mucho. Hace algunos varios meses (¿o será que no eran tantos?) me metí en una acalorada discusión sobre el release de Pan de Muerto en pleno verano por una Panadería Local. ¿Pooooooor? No quiero que se me tome a mal pero yo aún creo en esto de la temporalidad. Temporalidad en donde dejamos que los meses sean meses y que las estaciones traigan pequeños lujos de a poquito y sin afanes. En mi casa hay la regla de comer mango solo en los meses que no lleven la letra R. Mas que restricción dictatorial lo veo como una oportunidad de ser celebratoria con las pequeñas cosas y disfrutar lo que traiga el tiempo, a su tiempo.  

Una de las cosas que mi día a día me permite (y me requiere) es volarme la cabeza entendiendo como funciona la tecnología para después poder explicarlo como si mi audiencia tuviera 6 años (porque parte de mi audiencia efectivamente tiene esa edad). Sin embargo, en estos años de tech t(pr)eacher también me ha quedado bien clara la necesidad de que no se pierdan las experiencias sensoriales más básicas: ver, oler, tocar, probar, y escuchar. 

Es por eso que a fin de practicar lo que predico y con un síndrome de la cabaña a tope hace algunas semanas no titubeé ni tantito en agarrar carretera para visitar un viñedo experimental a 1.5 horas del lugar donde vivo. Y ¡vaya que no cualquier viñedo! Linares es una región citrícola en Nuevo León fundada en los 1700s que gastronómicamente es conocida por sus dulces de leche y por la actividad ganadera.  Su altitud es media y a forma de broma, se dice que si no te gusta su clima…vuelvas mañana por que probablemente será bien diferente. Esto es lo que  hace que el vino resultante de ahí, Alere sea tan único y una verdadera celebración de la capacidad humana de fijar metas, observar, adaptarse y resolver.  Humanos y el método científico 1 – calentamiento global 0…(al menos en este partido).

Todo comienza con un deseo. Fue el rector de la Universidad Autónoma de Nuevo León, Jesús Ancer Rodríguez, quien hace siete años y después de una visita a Argentina ambicionó el experimentar con cultivos alternativos dentro del CIPA, Centro de Investigación en Producción Agropecuaria pensando en el valor potencial de la experimentación (y aprendizaje) y el posible desarrollo que esto traería a la Zona.

Estos siete años del Viñedo Experimental han sido todo menos aburridos. Estas son las cosas que más me impactaron:

Realmente me emocionó un montón visitar este Viñedo Experimental. Me queda clarísimo que aquí también aplica la máxima de amar la trama como el desenlace. Cruzo los dedos para volver en el invierno y poder documentar el Viñedo en las distintas estaciones. ¡Debe ser lindísimo en primavera!

Retomemos la temporalidad. Dejemos que los meses sean meses y que las estaciones nos traigan pequeños lujos que podemos ver, tocar, oler, y hasta saborear. Recordemos lo rico que es que  las cosas se desenvuelvan a su propio ritmo.

Mil Gracias al Maestro Jaime Cavazos Galindo por compartir un recorrido bien ameno lleno de anécdotas y datos interesantes. ¡Sin duda ha sido una labor con grandes frutos!  Enhorabuena por todos los proyectos futuros.  <3

Fotos por @hestrellaf

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